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lunes, 19 de marzo de 2012

¡Mármol, y del mejó!

                Cuentan en mi pueblo que un bruto labriego de la noche a la mañana con la venta de unas tierras se convirtió en lo que llaman “un nuevo rico”. Trasladó su residencia a la ciudad y, un día, el menor de sus hijos jugando en la calle dio un traspié y se rompió una pierna. Llamaron al médico y éste después de observar al paciente concluyó: Hay que ponerle escayola. A lo que el rico bruto contestó: De escayola nada, ¡Mármol y del mejor! ¡Que se note que haiga!