Se llamaba Antonio, era mi amigo. El lunes pasado su mujer, Gloria, lo encontró sentado en el sofá, inmóvil. Se acercó vio que no respondía. Le tocó el cuello y notó que tenía pulso. Llamó al 061. No tardaron mucho, se lo llevaron a Carlos Haya. Derrame cerebral. Operación de urgencia y a la UCI. Estabilizado y recuperando. Poco a poco iba recuperando la consciencia, abría los ojos, dejaron de sedarle porque recuperaba. Esta tarde se fue, discretamente como era él. Un hombre discreto, funcionario, cumplidor y familiar. Llevaba poco tiempo en España, después de veintitantos años en Estrasburgo, en el Consejo de Europa, decidió que quería jubilarse en su país, y de paso ver crecer sus olivas en su finquita de Linares. Era lo que más le gustaba, su campo. Estaba a punto de jubilarse. No le ha dado tiempo. Me queda el consuelo de que sus órganos sanos ayudarán a vivir a otros.
Descansa en paz, en tu tierra, en Linares. Un abrazo amigo mío.